Aferrarse, mata.

El mundo está saturado, sobre-estimulado, sobre-invertido y bastante agotado. El tema es hacer menos para ser más contundentes; incluso la estrategia personal y de negocio tienen que ver con enfocar esfuerzos hacia pocos, pero relevantes, objetivos.

La estrategia por definición es una renuncia. Se renuncia para abocarse a algo, se sacrifican rumbos alternativos para centrarse en alguno. Es decir: se puede obtener casi cualquier cosa que uno quiera, pero lo que no se puede es obtener TODO lo que uno quiera.

¿Qué me quito de encima? ¿A qué actividad, proceso, ritual, persona o vicio, me sacudo? Hay que remover a lo que drena, hay que renunciar y dejar de hacer porque si no hay espacio, lo nuevo nunca llega. En lugar de llenarme de cosas/ideas/personas que me hacen más pesado, negativo, amargoso y lento, mejor llenarme de energía ligera y flexible.

A lo que me refiero entonces es hacia la disposición de morir en algo de nuestra vieja versión de nosotros mismos y renacer en la oportunidad, la energía creativa y la progresión del ciclo.

Es como atreverse a vivir varias vidas en lugar de sólo una. De ser lo suficientemente irreverente como para atrevernos a ser otros, como el gusano que también sabe ser mariposa.

Pero no lo mismo, siempre. Aferrarse, mata.

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La batalla más grande de la vida es la lucha contra uno mismo