El "otro yo" es un ser impredecible que vive dentro de nosotros, que aflora de la manera más extraña y en el momento menos esperado.

La naturaleza humana es fascinante. Pareciera que entre mayor sea la represión y el rechazo del total de nuestras características (tanto buenas como malas), mayor será el bandazo hacia lo inesperado.

La sombra. Jung la define como aquella parte del psique que guarda inconscientemente todo lo que al ego no le gusta: envidia, sentimientos de inferioridad, impulsos violentos, sexuales, etcétera, además de las partes ignoradas o no desarrolladas en una persona.

Son cada vez más evidentes las instancias de personas que tienen una doble vida: por un lado son empresarios ejemplares, líderes exitosos o personas "normales" y, por otro, se encuentran sometidos luchando contra fantasmas y/o cometiendo actos incomprensibles, como si cargaran una sombra que parece controlarlos.

Líderes idolatrados se envuelven en actos de excesos y abusos, mientras que líderes políticos envían a miles de jóvenes a pelear guerras caprichosas.

Y no es que los actos irracionales sean nuevos, lo que resalto es que personas que a la vista "serían incapaces de hacerlo", ya sea por su personalidad o por su profesión, resulta que delinquen de manera compulsiva, como si estuvieran "poseídas".

Todos tenemos un grado u otro de sombra y complejos; es imposible no tenerlos. Lo interesante pero peligroso es que por naturaleza no estamos conscientes de ellos. La energía psíquica no se estanca, emerge en diferentes situaciones, siendo la más común la proyección.

Como bien menciona Carl Gustav Jung: "La gente no tiene complejos, los complejos tienen (agarrados) a la gente".

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