Los hábitos nos definen y los miedos nos tienen con la rienda tomada.

Hay que tenerle miedo al miedo. El miedo amordaza, desinfla y roba energía. Una vida con miedo es una vida crónicamente al borde de una depresión.

Más que sentir que tenemos miedo, es el miedo el que nos tiene a nosotros y nos lleva sutilmente a un estado de parálisis que eventualmente degenera en entropía.

Al hacer la lista, sobran cosas a las cuales temer: miedo a perder la vida, a perder dinero, a perder el empleo, a perder el estatus social, a perder prestigio, a perder posiciones políticas, a ser abandonado. El miedo nos tiene y nos influye en la forma de pensar y actuar.

El miedo suele ser un motivador más fuerte que la ambición. A esto se le llama el Sesgo de la Aversión a la Pérdida: el dolor causado por la pérdida de mil dólares, por ejemplo, es mayor que la alegría que viene de ganar mil dólares. Algunos estudios sugieren que las pérdidas son hasta dos veces más potentes, psicológicamente, que las ganancias.

Al igual que la confianza, el miedo es contagioso y crece exponencialmente. El miedo genera a su vez más miedo y nos centra en un círculo vicioso: tienes un fracaso, te gana la situación. Te sientes incapaz, te tensas, exhibes inseguridad, la gente se contagia. Y muy pronto, acumulas otro fracaso. Y entonces recomienza otro ciclo; te sientes menos capaz, te tensas, exhibes inseguridad, la gente se contagia. El círculo vicioso llega a cada reto cargado de energía negativa y alimentándose de cada logro y, por lo mismo, hace más sencillo el fracaso que sigue. El resultado: menos confianza.

El miedo tiene además la habilidad de unir a la gente. Un político puede unir a un país a base de resaltar miedos colectivos. El odio, pariente del miedo, une a la gente contra tribus ajenas.

Los hábitos nos definen y los miedos nos tienen con la rienda tomada. El que teme es alguien que tiene algo que perder, desde el ego, su fortuna, su vida llena de rutinas. El que no teme es quien tiene poco que perder; su ego es menos grande que su deseo de aventura y conquista, su fortuna es suficiente.

¿Qué porcentaje de tu vida está gobernada por miedo? ¿Qué decisiones tomas, o dejas de tomar, en función del miedo? O quizá peor, ¿qué decisiones tomas, sólo para darte cuenta que al pasar el tiempo haces poco o nada para implementarlas y ejecutarlas?

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Te conoces por las cicatrices que traes, por cómo has procesado los golpes.

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