Cada like equivale a una caricia digital.

Dame like. Dame muchos likes. Si me das likes me pongo contento, me siento validado e integrado. Yo también te daré likes, y aunque esté encerrado en pijamas y sin rasurar, estaré allá contigo, vestido y alborotado, compartiendo tu viaje exótico, tu holgazanería del domingo, tu insomnio del miércoles.

Dime que me viste, que te gustó lo que tuiteé o lo que puse en Instagram, que me vi bien trepado en el yate o en el columpio, en Machu Picchu o en la Alameda. O mejor aún, díganmelo muchos, que entre más, más feliz me harán. Prometo ver con detalle quién me puso like y sonreír cuando vea su foto. Por un instante quedaremos conectados: "qué buena gente era, qué bien nos la pasamos, qué bueno hubiera sido, qué gusto que me dio like".

Es que no hay nada peor que “postear” algo sin vida o sin consecuencia, penoso subir algo a la red que no tenga likes o comentarios. 

Una publicación desolada tiene el potencial de generar el efecto contrario: me sentiré triste e inseguro. Recordaré ese terrible sistema de castas de la secundaria donde estaba clara la frontera entre los populares y los no populares, entre los in y los out, entre los cool y los nerds.

Vivimos en una economía de likes que funciona como moneda emocional en curso y que nos impacta en nuestros estados emocionales y niveles de ansiedad. Todos empezamos con un capital de likes que dependen del grado de extroversión, popularidad o influencia que tengamos. Luego viene el efecto transaccional: si se dan likes, se recibirán de regreso. Si no se dan, se acabará por obtener pocos.

Esta economía de likes está compuesta por unidades de reconocimiento que confirman el "existo" o el "valgo". Hay unidades positivas: como cuando nos llaman por nuestro nombre, nos miran a los ojos, nos sonríen, o cuando recibimos abrazos, caricias y piropos.

También hay unidades de reconocimiento negativas que aunque sean agresiones, ratifican la existencia de la persona (me miran). En este caso se encuentra los haters que siempre se están peleando, provocado debates y tensión.

Cada like entonces es el equivalente a una caricia digital (basado en el concepto strokes del fallecido Eric Berne), donde el like funciona como un reconocimiento o acuse de recibo psicológico de la persona o su acción.

Conectarse digitalmente funge como evidencia de nuestro encuentro, como testigo que estuvimos allá, que hicimos aquello, que conocimos a alguien. Conectarse es prolongarse, intercambiarse, extenderse.

Anterior
Anterior

Nuestros hábitos nos manejan a nosotros en lugar de nosotros a ellos.

Siguiente
Siguiente

El ego busca pertenecer; la esencia busca ser.