Para renacer, hay que morir un poco.

Hacemos demasiado, nos enrolamos en actividades estériles, que nos hacen poco sentido o que apenas y toleramos.

Al principio de nuestra vida, anhelantes, buscamos un rol, una guía, una señal. Queremos encajar, queremos introyectar a un personaje de una película; queremos ser igual que nuestros papás o lo contrario que nuestros papás; casarnos con alguien como nuestra mamá, o con alguien muy diferente a nuestra mamá. Estamos buscando pistas constantemente para saber quiénes somos. Nos afanamos queriendo pertenecer, y la renuncia implícita es al ser. Pertenecemos dejando de ser.

El problema es que solamente sabemos quiénes somos a través de la interacción con otros, y de la exposición a eventos que nos impacten. Ahí es donde nos vamos conociendo. Nadie puede conocerse encerrado en el closet. Te conoces por las cicatrices que traes. Te conoces por cómo has procesado los golpes.

Entre más grandes nuestros proyectos y su diversidad, mayor la dilución y menor el impacto. El “mucho” nos hace perder fuerza. Hay que saber dejar en el archivo a los buenos proyectos para solo hacer los proyectos excelentes; hay que posponer y diseñar fases para poder evolucionar.

El tema es hacer menos para ser más contundentes; incluso la estrategia personal y de negocio tienen que ver con enfocar esfuerzos hacia pocos, pero relevantes, objetivos.

La estrategia por definición es una renuncia. Se renuncia para abocarse a algo, se sacrifican rumbos alternativos para centrarse en alguno. Es decir, se puede obtener casi cualquier cosa que uno quiera, pero lo que no se puede es obtener TODO lo que uno quiera.

El caso es dejar de hacer para liberar recursos, intención, ánimo, energía, entusiasmo. Tener un listado de muchos propósitos que carecen de energía potencial, solo hace que se vayan neutralizando unos a otros. Hacer más ya no, mejor hacer menos. Renunciar, abandonar o morir un poco. Morir visto como una desincorporación de un fin y de un cierre. Morir a nuestra vieja versión de nosotros mismos y renacer en la oportunidad, la energía creativa y la progresión del ciclo.

Si no hay espacio, si no hay esa eliminación o esa desintoxicación o esa remoción de cosas o aspectos de nuestra vida, la tenemos saturada. Las cosas nuevas no llegan.

Pregúntate hoy: ¿qué me quito de encima? ¿qué actividad, proceso, ritual, persona o vicio, me sacudo?

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Los contrapesos son indispensables.