Un líder narcisista es una bomba de tiempo.

Narciso, dice el mito griego, era un joven hermosísimo, ensimismado en su belleza que un día, al mirar su reflejo en el agua, se enamoró de su propia imagen y así se quedó hasta su muerte.

El narcisismo se relaciona a la conducta de mirar sólo a uno mismo sin tomar en cuenta los demás. Se trata de individuos que, en el fondo, se tienen escasa consideración y buscan constantemente admiración y atención. Explotan a sus semejantes para aumentar su importancia y satisfacer sus deseos. Tienden a desarrollar fantasías irreales de poder, dinero, éxito, belleza o amor ideal.

En la necesidad de salvaguardar su imagen, el narcisista se preocupa no sólo del aspecto exterior, sino también de no mandar mensajes de debilidad y fragilidad. Se muestra seguro de sí mismo, unas veces arrogante y otras reservado, pero en realidad está obsesionado por la crítica de los demás y la aprobación social.

Esta persona está atrapada en la apariencia y en la reputación. Libra una batalla silenciosa y muchas veces sin darse cuenta; su visión, su conducta, su posición existencial, están determinadas por los demás; y eventualmente, esto le resulta agotador, estéril y frustrante.

Existe en el narcisista una inagotable sed de admiración y adulación, lo que lo incapacita para poder reflexionar, pensar, accionar. Vive más preocupado por su drama personal y el reconocimiento de su persona, que en la eficacia y utilidad de sus acciones.

En esta obsesión y compulsión narcisista, se vacían de ellos mismos y buscan llenarse de diferentes aspectos materiales, de una imagen prefabricada, de prolongación de juventud y perfección, de aires de grandeza y en algunos casos megalomanía.

Respecto a sus patrones de consumo, si les da por la apariencia física, suelen ser clientes asiduos de gimnasios, spas, clínicas de rejuvenecimiento, cremas, sustancias para bajar de peso y pueden sorprender con diversos cortes de pelo, pupilentes de colores, ropa extravangante; si les da por el lado de su valía personal, pueden ser víctimas de vendedores astutos que les encuentran el modo, desde astrólogos, estilistas, coaches personales, hasta los aduladores de profesión que les sacan favores a cambio de los constantes piropos.

Como el narcisista no puede usar medios eficaces para restablecer la representación auténtica de sí mismo, acaba por buscar modos de sostener imágenes que lo saquen de su estado de confusión.

Aclaro que no he visto talento que llegue lejos sin un toque de vanidad y es muy difícil encontrar un líder que no tenga un ego fuerte y dominante. Es que un líder requiere de autoestima y seguridad, pero ¿dónde está la frontera?

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