Danza a Tláloc

El orgullo regio está herido. Trabajadores, afanosos, emprendedores, con uno de los ingresos per cápita más altos del País, pero se han quedado sin agua.

Sin agua. La bomba le explotó al nuevo Gobernador y la desesperación no sólo es de él, sino de todos los regiomontanos. ¿Qué diablos pasó?

Quizás la pregunta debería ser: ¿qué diablos no pasó, qué no se hizo, quién se durmió al volante o quiénes se preocuparon por explotar a su beneficio una institución, otrora orgullo neoleonés?

Cual historia distópica futurista a-la-Mad Max: con sólo ciertas horas de agua al día (en teoría), con un cúmulo de inconsistencias de abasto en horarios irregulares y cortes prolongados y sin avisar, se han generado protestas, bloqueos, peleas vecinales, cacería de ladrones de agua, presiones a la iniciativa privada, reportes de tomas clandestinas, trastornos en las escuelas y empresas, y hasta promociones bizarras de partidos políticos.

El tema del agua tiene por lo menos 3 implicaciones: la primera es macro y de variables exógenas, como el calentamiento global y el clima; la segunda son técnicas, como las que plantea José Luis Luege Tamargo, ex director de Conagua, en su artículo reciente de El Norte, y estratégicas, asociadas a la gestión, y las que me permito desglosar: 

1. Responsabilidad. ¿Quién es el responsable de la situación en Nuevo León? ¿A quién le damos el mérito, si lo hubiera, o quién carga con las consecuencias?

Por más que queramos culpar a alguien y lincharlo, resulta obvio que el Gobierno entrante no es responsable de la situación actual, pero sí es responsable de cómo maneja la escasez del momento y de las inversiones y previsiones que se hagan a partir de hoy, para que no vuelva a suceder.

Esto es un clásico del management: los directivos/gobernantes actuales disfrutan o padecen las decisiones tomadas por sus predecesores.

Sin embargo, es necesario que haya consecuencias implícitas a la responsabilidad, en función de sancionar a los que fallaron, los que cometieron ilícitos, o los que simplemente fueron incompetentes.

El problema fundamental de las empresas manejadas por Gobiernos es la subordinación de la eficacia por la política; el agua es demasiado importante como para dejársela a los políticos.

2. Diagnóstico. Clarificadas las responsabilidades del cargo, se hace necesaria la lucidez, que establezca con precisión: 1) dónde se está (inventario de competencias clave, variables claves de éxito y su status), 2) para dónde vamos, si no se hiciera nada (trayectorias espontáneas), 3) para dónde queremos ir (objetivos), 4) para dónde conviene ir (viabilidad y ventajas competitivas), y finalmente, definir así brechas, metas, recursos y procesos para llegar ahí.

3. Intención estratégica. Se articula, como cristalización del paso anterior y en yuxtaposición a un planteamiento revolucionario e innovador: 1) lo que hay que hacer más o mejor, 2) lo que hay que hacer menos, 3) lo que hay que dejar de hacer y 4) lo que hay que hacer nuevo. Asimismo, se establece la secuencia estratégica donde se concilian el corto y el largo plazo; esto es crítico, porque se suele sacrificar el futuro por el presente.

4. Gestión. Ésta es la energía del administrador, de la ejecución impecable. Se mantienen con rienda corta y frecuentemente, la atención sobre los resultados operativos, al tiempo que se despliegan las estrategias de innovación.

5. Flexibilidad. Se mantiene una visión abierta a los cambios en el entorno, actualización de tecnología, investigación y desarrollo.

Estos pasos descritos aplican a cualquier organización e incluso a la hora de elaborar una estrategia personal.

¿Y cuándo se va a acabar el problema de agua en Nuevo León en el presente? Si una danza comunitaria a Tláloc funcionara, los nuevoleoneses la haríamos gustosos al ritmo de los tambores.

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