Las mujeres mexicanas están encendidas.

Los éxitos en los negocios son, ante todo, éxitos de marketing; lo mismo en política. El buen marketing refleja un "fit" o "match" entre la propuesta de valor percibida y la relevancia que tenga para el mercado elegido o segmento; entre más grande el vacío, si la propuesta acierta, mayor será la demanda.

En México, el gran hueco en política son el segmento de mujeres. Oprimidas y abusadas históricamente por una cultura machista, pueden, en hartazgo, indignación o como un mero acto de empoderamiento, definir una elección. Las mujeres se han activado como nunca; la mecha está prendida.

Señalo algunos de los agravios recientes.

1. Recortes de fondos a entidades dedicadas al cáncer cérvico-uterino, cáncer de mama, estancias infantiles, escuelas de tiempo completo, refugios para mujeres víctimas de la violencia, alertas de feminicidios, etc.

2. Espionaje (guacamaya leaks) a asociaciones feministas.

3. Descalificaciones por parte del Gobierno actual frente a los reclamos en contra de feminicidios crecientes e impunes: "son falsas". Frente a la protesta 8M: "son manipuladas". Frente a colectivos feministas manifestándose: "son conservadoras".

4. Al mismo tiempo, las mujeres, viudas y huérfanas, sufren las muertes y desapariciones crecientes de sus hombres, en medio de una violencia generalizada y por el crecimiento del crimen organizado y desorganizado.

5. Han sido abandonadas por la diáspora a EUA que salen a perseguir el "sueño americano" en ausencia de un sueño mexicano.

6. Han padecido el sufrimiento y muerte de sus hijos con cáncer, ante la escasez de medicamentos.

7. Las influyentes y capaces, han recibido ataques y denostación como Norma Piña, Denise Dresser, Lydia Cacho, Carmen Aristegui y ahora Xóchitl Gálvez.

Esta última, Xóchitl, cuyo primer nombre es perfecto y suficiente en su despliegue mercadotécnico porque es original, corto, bisílabo, tiene la potente "x", con acento, de origen náhuatl y que significa flor, lleva todas las de ganar la presidencia de México.

Algunos pivotes adicionales con punch mercadológico: vestida en huipil, auténtica, exitosa, luchona, sonriente, se mueve en bicicleta, natural, espontánea, pícara y mal hablada. Adicionalmente, exuda una calma que denota seguridad y rumbo. En suma, al fin una alternativa viable que entusiasma tanto a mujeres como hombres.

Por otro lado, la 4T luce desgastada ante una nación cansada de odio y resentimiento, generados desde arriba, y por un desgobierno generalizado que se obsesiona en perseguir convicciones y ambiciones anacrónicas.

Sus candidatos, o pre-candidatos, se aprecian como mini-me de una figura dominante que los tiene amordazados, compitiendo por su aprobación final y que seguramente estará regulada por la posibilidad de que sus ideales y proyectos sean continuados. Es decir, bendecirá al que más se parezca a él; su vigilancia no les permite fluir ni ser ellos mismos.

El riesgo más grande de la 4T es su exceso de confianza porque, al parecer, la tenían ganada. Pero un ego inflado es la semilla de la auto-destrucción, ya que se acompaña de arrogancia, complacencia, y de pérdida de lucidez; en fin, un desconecte de la realidad.

Hasta hace poco, una mujer presidente en México era inconcebible por nuestra tradición machista; pero al parecer, esa tradición está a punto de ser rebasada: ¿no una, sino dos mujeres compitiendo por la presidencia?

Como lo mencioné, considero que el futuro de México será liderado por mujeres; no sólo porque pudieran ser las dos finalistas, sino porque hay más energía potencial de voto en ellas. Ahora están más preparadas y empoderadas que nunca. Por si fuera poco, son también las que primordialmente educan a los hijos e influyen a sus parejas.

Las mujeres mexicanas están encendidas y han sido llamadas a ocupar su lugar.

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