El que mucho abarca…

“Cuando todo se considera importante, nada acaba siendo importante”.


La temporada de metas y propósitos ya está aquí. Y entre más larga la lista, menos posibilidades se tienen de concretarlos. 

Quisiera aprovechar este espacio para recordarte que la labor principal de un líder es la de establecer prioridades.  Si persigues a todos los conejos, se te van a ir. Es mejor enfocarte a uno de ellos, el que mayor prioridad tenga, y buscar otro una vez que el primero esté dominado.

Una organización que persigue muchos objetivos, que cambia de prioridades constantemente y que está atrapada en lo urgente, ya no puede ver lo importante. Lo importante está asociado a las oportunidades y detectarlas requiere de "sensores" que no estén dañados ni bombardeados por múltiples afanes.

Detectar una oportunidad, clarificar un diagnóstico y articular una dirección coherente son acciones que no pueden nacer entre en el bombardeo de urgencias. Vivir ocupado y acelerado es una forma de anestesia existencial que afecta a la sensibilidad para leer el entorno y disparar acciones de adaptación.

La meta elegida tiene que ser tan clara y contundente que impacte e involucre a toda la empresa. Si no se tiene claro el "qué" y el "dónde", ni para qué preocuparse con el "cómo". 

Cada acción, cada inversión, cada decisión, tiene que estar enfocada a alimentar la meta seleccionada.

Entre más grande sea nuestra lista de proyectos y su diversidad, mayor la dilución y menor el impacto.


Texto generado sin IA

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