Mandato borreguista
“A la hora de competir, sólo hay una cosa mejor que ser diferente: ser único”.
Una de las cosas con las que más me topo como consultor, es que las empresas se la pasan compitiendo con el mismo tipo de producto, van por los mismos clientes, usan los mismos canales, tienen el mismo tipo de vendedores, igualan precios y condiciones. Por eso no sorprende que la diferenciación sea mínima, que los márgenes se erosionen y sea difícil ganar dinero.
Es paradójico ver cómo las empresas se obsesionan con la competencia. Como si fuera un mandato borreguista, amanecen viendo lo que hicieron los competidores, reaccionan a anuncios y promociones, copian garantías y hasta los ya desgastados programas de puntos.
A la hora de "hacer estrategia", las empresas se refugian en el trillado FODA o SWOT. Terminando, hacen una lista de las iniciativas a ejecutar, que van a supervisarse con las mismas variables de siempre.
Copiar puede hacerte crecer intermitentemente, pero no es sostenible. Si acaso la única excepción es cuando el competidor no logra posicionarse en el mercado y deja el flanco abierto para que el imitador temprano llegue y le robe la posibilidad.
Un innovador práctico, dispuesto a hacer pilotos para detectar oportunidades dignas de explotar, lleva las de ganar. Y si además, tiene la infraestructura de la empresa y sobre todo "el permiso", entonces el cielo será el límite.
Cuando una empresa capitaliza lo que la distingue, deja de competir y empieza a liderar.
Texto generado sin IA