IArrogancia
“La caída del arrogante es la más grande, porque se cataliza justamente en la plenitud del éxito, allá, en lo más alto del vuelo”.
Por naturaleza, el ser humano tiende a la polarización. Nos gusta vivir convencidos de nuestras posiciones y rechazando aquellos que piensan o sienten diferente.
Y si encima nos dejan solos navegando en redes o fraternizando con ChatGPT, el sesgo crece. Bastante cuerda nos dan ya los algoritmos: ves lo que más ves, confirmas lo que más confirmas, racionalizas lo que más racionalizas. El algoritmo, con tal de tenerte enganchado, te va dando cada vez más.
Estas herramientas están entrenadas para ser colaborativas y conversacionales. Entonces, si tengo a alguien reforzando mis ideas 24/7, la lucidez empieza a empañarse, la puerta queda abierta para la arrogancia y los riesgos pueden ser alarmantes tanto a nivel personal como en los negocios.
Un individuo atrapado por la arrogancia y la complacencia no puede tomar decisiones acertadas. Un líder con sensores descompuestos acaba por descomponer a su empresa.
Por eso es tan importante usar las herramientas con criterio, dejar espacios para la crítica, escuchar a otros aunque opinen diferente, tener equipos diversos y aprender a lidiar con los tironeos aunque no nos guste.
Hay que buscar la claridad de pensamiento antes que la justificación; estar listos para escuchar y aprender.
La humildad nos hará grandes; la arrogancia, pequeños.
Texto generado sin IA