Sal a la calle

“El mercadólogo de escritorio tiende a ser un individuo peligroso”.


Marketing tiene que oler la calle, tocar al consumidor y ver a los ojos al competidor. Los números, bases de datos e inteligencia de negocios son necesarias, pero nada suple la exposición directa al campo.

No hay investigaciones de mercado absolutas, talentos consistentemente certeros ni productos infalibles. Nadie puede decir con exactitud si un lanzamiento va a ser exitoso. En el panteón de los productos están los que se creía iban a arrollar, y en el estrado, los improbables. El mercado es volátil, caprichoso, impredecible, al grado de que ni él mismo se entiende.

Ni dueños ni directivos ni responsables de marketing pueden aislarse o refugiarse en su oficina. Aunque pareciera que ahora todo sucede entre pantallas, tienen que observar clientes a los ojos, vivir la dinámica competitiva y contestar siempre que un cliente, furioso o contento, quiera hablar con ellos. No se puede vivir de información secundaria.

Los consumidores podemos racionalizar, pero los motivos ocultos y subconscientes de compra rebasan la posibilidad de articularlos. Frente al mercado, la humildad y el experimento constante.

El mercadólogo que no pisa la calle, no entiende por completo al cliente. ​​Y aclaro que salir no excluye, ni sustituye, ni se contrapone con la costumbre de analizar de la información comercial y financiera; más bien se trata de complementos maravillosos.

Sal a la calle, escucha personalmente a los clientes. No te encierres en juntitis, los insights están afuera.


Texto generado sin IA

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